En un mundo donde la agricultura a menudo se percibe como una industria tradicional y enfocada en la producción masiva, Osvaldo Barrientos, propietario y presidente de Agro San Antonio, ha logrado una transformación radical, impulsando una filosofía empresarial basada en la alegría, la innovación y la reciprocidad. Su trayectoria, marcada por un giro desde la banca a la tierra, demuestra cómo un enfoque humanista y disruptivo puede aportar a la productividad y el éxito en el sector agrícola del país.
La historia de Barrientos es la de un ingeniero civil que, tras una exitosa carrera en la banca, incluyendo la gerencia de importantes entidades financieras a una edad temprana, decidió invertir sus ahorros no en bienes de lujo, sino en una parcela en Pichidegua, un lugar al que lo unen profundos lazos afectivos desde su infancia. Lo que comenzó como un pasatiempo familiar cultivando paltas los fines de semana, con el tiempo se convirtió en el germen de un proyecto ambicioso.

Las dificultades iniciales, como una estafa por parte de una exportadora y los desafíos climáticos, lo llevaron a buscar nuevas alternativas. Guiado por el agrónomo Carlos Wilhelmy, a quien considera un amigo y un profesional excepcional, Barrientos se aventuró en el cultivo de naranjos de la variedad Fukumoto sobre patrón Rubidoux, una elección innovadora. El éxito inicial de esta apuesta lo impulsó a una decisión drástica: arrancar las 30 hectáreas de paltos para dedicarse por completo a los cítricos.
Su visión de hacer crecer a Agro San Antonio, lo llevó expandirse con la introducción de la naranja Cara Cara, de color rojizo y un sabor exquisito, y la plantación de limones Messina sobre el mismo patrón Rubidoux, desafiando las convenciones y logrando muy buena productividad. «En Chile, los kilos exportados por hectárea en cítricos son más o menos 15.000. Nosotros exportamos 70.000. Más o menos 4.5 veces más del promedio de la industria», destacó Barrientos.
Agregó que, actualmente, Agro San Antonio cuenta con 350 hectáreas y un mix de naranjas tempranas (Fukumoto), mandarinas (Murcott), Cara Cara y limones, con planes de expandir aún más las variedades tardías.
El verdadero diferenciador de Agro San Antonio no radica solo en sus técnicas de cultivo, sino en su cultura empresarial. Tras retirarse de la banca en 2017, Barrientos decidió transformar su «negocio agrícola sin mucho sentido» en una empresa con un propósito claro: «producir los mejores cítricos del y para el mundo, impulsados por la alegría”, observó.
Esta filosofía se traduce en acciones concretas que buscan empoderar y motivar a los trabajadores. Por lo mismo, dice que se promueve un ambiente de confianza y transparencia, donde se valora la opinión de cada persona. Un ejemplo de ello es la eliminación de la «poda de falda» en los árboles, una práctica común en la industria. “Los trabajadores propusieron una solución innovadora, a través del uso de ´palitos´para levantar las ramas, recuperando así 15.000 kilos de fruta por hectárea que de otra manera se habrían perdido. El principal problema que tiene la innovación es cuando hay miedo. Cuando usted tiene un ambiente de transparencia o de confianza, y se busca que la gente esté contenta, todos quieren opinar», destacó el profesional.
Explicó que la empresa ha implementado encuestas de clima organizacional, obteniendo una calificación sobresaliente de 6.7 sobre 7, y evaluaciones de desempeño de 360 grados, que miden el rendimiento en todas las direcciones. Además, se han establecido cinco metas anuales con incentivos significativos, donde el cumplimiento de los objetivos puede significar tres rentas adicionales para los trabajadores. “Estos bonos se vinculan a los sueños personales de cada empleado, creando una conexión emocional con el éxito de la empresa. Así, si se cumple el sueño a la empresa, él va a cumplir su sueño también», afirmó Barrientos.
Barrientos añadió que, la inversión en el capital humano va más allá de los incentivos económicos, “pues hemos logrado erradicar el analfabetismo entre los trabajadores, muchos de ellos personas mayores, motivándolos a aprender a leer y escribir para obtener su licencia de conducir y poder utilizar las camionetas de la empresa, las que están a disposición de todos”, aseguró el empresario.

Asimismo, destacó que las primeras cajas de exportación de cada temporada se destinan a los hogares de los trabajadores, para que sus familias vean el fruto de su esfuerzo. Además, se otorgan becas a hijos y nietos de empleados con promedios superiores a 6.5, incentivando la educación y el progreso.
“Esta cultura ha resultado en una rotación de personal prácticamente nula. Pagar mejor sueldo no es ventaja competitiva, porque cualquiera puede pagar más sueldo. Pero construir una forma de trabajo basada en la confianza, en la alegría, en la transparencia, eso es una ventaja que realmente genera un plus», enfatizó.
Según Osvaldo Barrientos, Agro San Antonio no solo se enfoca en la productividad y el bienestar de sus empleados, sino que también asume una profunda responsabilidad social con Pichidegua, donde se encuentra localizada. La empresa apoya la educación, el deporte y la seguridad local, buscando que la comunidad sienta el crecimiento del pueblo gracias a su presencia y que los jóvenes aspiren a trabajar en la empresa. Iniciativas como la creación de una biblioteca interna que luego se abrió al pueblo son un testimonio de este compromiso.
En el ámbito medioambiental, “hemos sido pioneros en la obtención del sello Huella de Carbono del Ministerio del Medio Ambiente de Chile hace tres años. Recientemente, hemos implementado también una planta solar que reducirá nuestra huella de carbono en un 50%. Hemos estructurado programas para disminuir el uso de químicos, mediante microorganismos y sistemas de micorrizas, es decir, apuntamos a procesos más amigables con el medio ambiente. En cuanto al uso del agua, nos abastecemos de fuentes subterráneas, devolviendo el 80% de lo extraído, y contamos con sistemas de riego completamente tecnificados que permiten un monitoreo y gestión precisos”, aseguró.

Toda esta información, incluyendo cifras y logros, se plasma anualmente en un «Reporte de Sustentabilidad» que la empresa distribuye tanto en español como en inglés, demostrando su transparencia y compromiso.
La visión de Osvaldo Barrientos también llega hasta la forma de comercialización de sus cítricos. Tras años de exportar a través de terceros, y con el convencimiento de que la industria no valoraba el «alma» detrás de sus frutas, decidió crear San Antonio Internacional, el brazo exportador de la empresa.
Su objetivo es ir más allá de los parámetros básicos como el azúcar, el color o el tamaño. «Yo estoy convencido de que mis naranjas son más ricas que las otras naranjas. ¿Por qué? Porque son producidas con amor de verdad, porque los trabajadores están contentos, porque con el medio ambiente estamos felices», sostuvo. A través de presentaciones innovadoras, videos y un reporte detallado de sus prácticas, Barrientos busca transmitir el valor agregado de sus productos, directamente a los compradores en mercados como Estados Unidos, Japón, Corea, Latinoamérica y Europa. “Las cajas de Agro San Antonio incluyen códigos QR que enlazan a videos sobre la empresa y su filosofía, buscando una conexión más profunda con el cliente final”, remarcó.

Agro San Antonio es una empresa socia de Frutas de Chile, y la decisión de unirse, responde a una estrategia colaborativa. Barrientos cree firmemente que el primer paso es posicionar a los «Cítricos Chilenos» en los mercados internacionales como un producto de alta calidad, y luego, diferenciar su propia marca. «Aquí la competencia no está con el del lado, no. Yo lo que quiero es unir, que todas las personas que producen, o las empresas que producen cítricos chilenos, lo hagan fantástico», comentó.
La historia de Agro San Antonio y Osvaldo Barrientos es un testimonio inspirador de cómo la pasión, la innovación y un profundo respeto por las personas y el medio ambiente pueden no solo generar un negocio exitoso, sino también transformar una industria y dejar una huella positiva en la comunidad.