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Por Catalina Olivos Besserer- Socia Santa Cruz IP/catalina@santacruzip.cl
En un mundo marcado por la urgencia de garantizar la seguridad alimentaria y la sostenibilidad de los recursos naturales, la agricultura enfrenta desafíos sin precedentes. La creciente demanda mundial de alimentos, la presión sobre los ecosistemas y la necesidad de innovar para adaptarse al cambio climático configuran un escenario donde la propiedad intelectual (PI) se vuelve un aliado estratégico para los productores agrícolas, especialmente para aquellos que aspiran a competir en los mercados internacionales.
Según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), el sector agroalimentario —o Agrifood, como se le denomina internacionalmente— se ubica entre los más intensivos en generación y protección de activos intangibles. El más reciente Patent Landscape Report de la OMPI, publicado en 2024, revela una cifra contundente: más de 3,5 millones de familias de patentes se publicaron en las últimas dos décadas en este sector, abarcando innovaciones que van desde la biotecnología vegetal hasta la robótica aplicada a la agricultura de precisión¹.
De acuerdo con proyecciones de la ONU, para el año 2050 la población mundial superará los 9.700 millones de habitantes². Satisfacer esta demanda alimentaria requerirá aumentar la producción de alimentos en un 56% respecto a los niveles de 2013³. Sin embargo, el área cultivable es cada vez más limitada, y factores como la degradación del suelo, el acceso desigual a tecnologías y la inestabilidad de los mercados imponen barreras significativas.
En este escenario, la innovación se ha convertido en el factor diferenciador de las agroempresas. La inversión en tecnología Agrifood creció de 3.000 millones de dólares en 2012 a casi 30.000 millones en 2022, según cifras de la plataforma AgFunder⁴. Esta explosión de recursos y talento ha impulsado la aparición de nuevas soluciones: cultivos genéticamente adaptados a climas extremos, sensores para optimizar el uso del agua, microorganismos para el control de plagas sin pesticidas y modelos predictivos basados en inteligencia artificial para maximizar el rendimiento.
Pero tan importante como innovar o adquirir innovación, es proteger estas innovaciones o respetar la propiedad de otros. Allí es donde entra en juego la propiedad intelectual.
El informe de la OMPI detalla que el dominio Agrifood se divide en dos grandes ramas: AgriTech, que representa el 60% de las invenciones patentadas, y FoodTech, que abarca el 40% restante¹. Dentro de AgriTech destacan subdominios como la gestión de plagas y enfermedades, la adaptación genética de cultivos, la agricultura de precisión y el uso de drones y sensores inteligentes para mapear y monitorear los cultivos.
No sorprende entonces que los principales actores en este campo sean gigantes agroquímicos como Bayer y BASF, fabricantes de maquinaria agrícola como Deere, y empresas tecnológicas como Sony, Samsung y LG, que han trasladado su experiencia en electrónica y conectividad a las granjas del siglo XXI⁵.
De estos más de 3,5 millones de familias de patentes, solo el 12% se extienden a nivel internacional, lo que significa que la mayoría de las invenciones se protegen únicamente en el país de origen del solicitante¹. Este dato es clave para las empresas exportadoras: patentar a nivel internacional no solo protege la innovación en nuevos mercados, sino que también facilita acuerdos de licenciamiento, atrae inversión y reduce el riesgo de litigios costosos, pero también es información esencial para los usuarios de tecnologías, que podrían acceder a tecnologías no patentadas en los paises en que ejercen su negocio.
Para los productores y exportadores agrícolas, entender la PI como una herramienta transversal es vital. La protección no se limita al producto final: atraviesa toda la cadena de valor.
En la etapa de I+D, es indispensable registrar patentes sobre semillas mejoradas, microorganismos para biocontrol, sistemas de riego inteligente o algoritmos de predicción de cosechas. La protección de variedades vegetales, en particular, sigue siendo un tema complejo, pues combina normativas de derecho de obtentor con la opción de patentar ciertas invenciones biotecnológicas, como se analiza en estudios recientes sobre complejidades regulatorias en agricultura⁶.
Durante la producción y procesamiento, las innovaciones abarcan mejoras de maquinaria, automatización, software de gestión y sistemas de trazabilidad que permiten garantizar la calidad desde el campo hasta la mesa del consumidor. Las patentes sobre drones, sensores y dispositivos IoT se encuentran entre las más dinámicas. En solo una década, la agricultura de precisión ha experimentado un crecimiento exponencial: por ejemplo, los modelos predictivos basados en big data crecieron a una tasa anual compuesta del 27% entre 2017 y 2021¹.
En la comercialización, las marcas registradas, marcas de certificación, indicaciones geográficas y marcas de certificación permiten a los exportadores diferenciar sus productos en mercados exigentes. Un vino, un café o un aceite de oliva protegido por una denominación de origen tiene mayor valor agregado y acceso preferente a consumidores premium.
En la etapa logística, la PI también juega un papel silencioso: embalajes innovadores, tecnologías de conservación y sistemas de monitoreo de plagas durante el transporte forman parte del abanico de activos intangibles que deben considerarse.
Finalmente, para entrar a un nuevo mercado, cualquier exportador debe realizar un análisis de “freedom to operate” o libertad de operación: esto implica verificar que la producción, exportación y venta de sus productos no infringen derechos de terceros en el país de destino. Omitir este paso puede resultar en demandas, decomisos de mercancía y pérdidas millonarias.
Para aprovechar al máximo la PI, se les recomienda a las empresas agroexportadoras adoptar prácticas como:
Pese a su potencial, la gestión de la PI en agricultura no está exenta de desafíos. El artículo Navigating the Complexities of IP in Agriculture: Milestones and Challenges, publicado en 2023, advierte sobre la complejidad de armonizar legislaciones, el acceso desigual a sistemas de protección y la falta de cultura de PI en pequeños y medianos productores⁶. A esto se suma la necesidad de políticas públicas coherentes que incentiven la protección y comercialización de innovaciones locales.
Sin embargo, la evolución tecnológica del sector sugiere que las oportunidades superan los obstáculos. La creciente digitalización de la agricultura, el desarrollo de tecnologías climáticamente inteligentes y la bioeconomía abren un campo fértil para que empresas de todos los tamaños capitalicen su conocimiento.
La propiedad intelectual no es una preocupación lejana ni un lujo exclusivo de grandes conglomerados. Es, cada vez más, una palanca de desarrollo para productores agrícolas que buscan abrirse paso en mercados globales cada vez más competitivos y regulados. La experiencia internacional demuestra que los países y empresas que apuestan por la innovación la protegen y la gestionan de forma estratégica son los que lideran la revolución verde del siglo XXI.
Invertir en PI significa proteger la semilla de una idea para cosechar valor agregado en cada grano que cruza fronteras. Para los exportadores agrícolas, esa es una cosecha que bien vale la pena asegurar.
La revolución agrícola de la que hablamos no es un futuro lejano: es hoy. Cada innovación, cada mejora tecnológica y cada sello de calidad que diferencia a los productores chilenos en el mundo debe ser resguardado de forma estratégica. En Santa Cruz IP acompañamos a empresas agroexportadoras a transformar su conocimiento y esfuerzo en activos intangibles sólidos, gestionados con visión global y protección local.
Si su empresa está lista para fortalecer su estrategia de exportación mediante una adecuada gestión de propiedad intelectual —desde la libertad de operación en mercados destino, hasta la protección de variedades, marcas de certificación, marcas comerciales o acuerdos de licenciamiento— nuestro equipo está preparado para apoyarle.
Contáctenos en www.santacruzip.cl y construyamos juntos una cadena de valor agrícola más innovadora, más competitiva y con una PI que cruce fronteras con la misma calidad que nuestros productos.
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Referencias
¹ OMPI (2024). WIPO Patent Landscape Report – Agrifood. Ginebra: Organización Mundial de la Propiedad Intelectual. https://doi.org/10.34667/tind.49840
² Naciones Unidas. Global Population Prospects [https://www.un.org/en/global-issues/population]
³ World Resources Institute (2024). How to Sustainably Feed 10 Billion People by 2050.
⁴ AgFunder. 2023 AgFunder Global Agrifoodtech Investment Report.
⁵ OMPI (2024). Patent Landscape Report, datos de Orbit Intelligence.
⁶ Sethi, M. R. & Singh, V. (2023). Navigating the Complexities of IP in Agriculture: Milestones and Challenges. Russian Law Journal, 11(3). DOI: 10.52783/rlj.v11i3.1818.
⁷ OMPI. Intellectual Property for Business Series [https://www.wipo.int/ip-for-business/en/].
