Las exportaciones argentinas de manzana cerraron los primeros diez meses de 2025 con 81.600 toneladas, un salto interanual del 21% y 8% por encima del promedio de los últimos cinco años. El envión tiene nombre propio: Brasil concentró poco más de 35.100 toneladas y ya explica el 43% de las ventas externas, la mayor participación en una década.
En la comparación histórica, el envío a Brasil pasó de 9.800 toneladas en la campaña 2017 a más de 35.000 toneladas en 2025, un máximo de diez años que consolida la recuperación parcial del complejo frutícola del Alto Valle. Referentes del negocio destacan la previsibilidad en pagos y la absorción sostenida de mercadería que ofrece el vecino país, aun en momentos de turbulencia económica.
El contexto cambiario ayudó. La competitividad frente al real —que en 2025 se movió en la zona de 5,36 por dólar, luego de picos previos más altos— favoreció la posición argentina frente a otros orígenes del hemisferio sur. A la par, mejoras en empaque, conservación y trazabilidad aportaron calidad y consistencia para sostener demanda y precios.
Entre enero y octubre, Brasil importó casi 170.000 toneladas de manzanas: Chile lideró con 90.600 toneladas, seguido por Argentina con 34.600 e Italia con 24.500. En ese tablero, Argentina fue el único proveedor que creció respecto de 2024, mientras que Chile e Italia retrocedieron, un dato que los exportadores leen como señal de competitividad basada en eficiencia logística y constancia de oferta.
También acompaña el precio. En los primeros diez meses del año, el valor FOB promedio hacia Brasil rondó los 0,96 dólares por kilo, 31% por encima del registro de 2020 y el tercer mejor promedio de la última década. Aunque no es el máximo del período, la estabilidad de los valores —apuntalada por calidad, procesos de poscosecha y una demanda brasileña sostenida— entrega margen para planificar.
En el frente operativo, el puerto de San Antonio sigue siendo una válvula clave para los embarques del Valle hacia ultramar, mientras el sector pone el foco en reducir costos internos, mejorar infraestructura y asegurar financiamiento que permita capitalizar el buen momento sin perder competitividad.
Con este piso, el cierre de 2025 asoma con señales positivas: si se mantienen las condiciones actuales, las exportaciones podrían superar las 90.000 toneladas en el acumulado anual, ratificando a la Argentina como segundo proveedor de manzanas de Brasil y actor de referencia del hemisferio sur.
El desafío —coinciden en el Valle— es transformar el viento de cola en una estrategia sustentable, con más mercados, más valor y una calidad que no se negocia.
