En septiembre, la Cámara Argentina de Productores de Cerezas Integrados (Capci) informó que, de no mediar eventos climáticos imprevistos, se espera que los envíos superen las 8.100 toneladas del año pasado entre un 8 y un 12 por ciento.
Se informa que la calidad de la cosecha es buena. Sin embargo, en Río Negro y Neuquén, donde se concentra la mayor parte de la producción exportable del país, se reporta un fenómeno conocido como «purgue», en el cual los frutos cuajados se desprenden prematuramente del árbol.
El gerente de Capci, Aníbal Caminiti, explicó a la prensa local que si bien este fenómeno no es inusual, este año se manifiesta con mayor intensidad, afectando directamente el volumen total de la cosecha.
Capci cree que esto puede deberse a factores climáticos. Si bien el invierno proporcionó las horas de frío necesarias, la calidad del frío no fue óptima, con fuertes fluctuaciones de temperatura durante mayo y julio. Este escenario, sumado a una primavera cálida, generó cambios fisiológicos en los árboles que resultaron en una menor retención de fruta, aunque sin afectar su calidad.
Esto ha llevado a la asociación a ser más cautelosa en sus proyecciones de exportación. Caminiti afirmó que, en el mejor de los casos, las exportaciones se mantendrán en niveles similares a los de la temporada pasada, pero no descartó que los envíos totales caigan por debajo de estos.
La industria cerecera argentina ha experimentado un período de inversiones sostenidas en tecnología poscosecha y sistemas de riego en los últimos años. La tierra, el agua y el clima en amplias zonas del país son propicios para su cultivo, y con el paso de los años, los productores han adquirido los conocimientos técnicos necesarios para producir fruta de alta calidad.
Sin embargo, los productores se ven limitados por los altos costos, lo que limita su competitividad en el mercado global. Esto ha limitado la expansión de la superficie cultivada, que se ha mantenido estable en alrededor de 2200 ha durante unos 15 años.
La cosecha de cerezas en Argentina comienza en Mendoza y Jujuy, pero esta fruta se vende en el mercado nacional debido a problemas con la mosca de la fruta. La producción se traslada luego a la Patagonia, concretamente a Río Negro, Chubut, Neuquén y Santa Cruz.